La directora de ejecutiva de Grupo Educativo analiza la importancia de la educación inicial y como el ausentismo y la impuntualidad en esta pueden afectar a las personas en diversos ámbitos de su vida. “Nuestros niños y niñas aprenden de todas las personas adultas que les rodean, si su experiencia es que matricularse e ir al jardín, a la escuela, al liceo, al centro de formación superior o al trabajo es importante, pero no urgente, entonces no es de extrañar que hoy tengamos la situación que nos aflige”, sostuvo.
Datos entregados por el Ministerio de Educación plantean que alrededor de 50.000 niños y niñas no han sido matriculados en educación inicial. Por otra parte, se señala que la asistencia para este mismo nivel no llega al 80%; es decir: cada 10 niños y niñas matriculados en un jardín infantil hay al menos 3 que no asisten.
Al preguntarle a las familias sobre la educación inicial, queda en evidencia que la importancia crucial que ella puede tener en la vida de una persona no es entendida así. De hecho, un porcentaje preocupante asocia la educación inicial solo a cuidado y no a un espacio de aprendizaje invaluable, sobre todo en el caso de familias que viven en contextos vulnerables.
Los 5 primeros años de vida de un niño y una niña son claves en la vida de una persona.
Estos datos son en sí mismos preocupantes, también lo es el hecho que al no conceder importancia a la asistencia a clases en los primeros años, lo que está instalándose es el hábito a ausentarse y ello no se olvida, se convierte en una forma de enfrentar el compromiso frente a la experiencia educativa.
Sin profundizar en la falta de habilidades sociales y motoras que implica que un niño o una niña no asista regularmente al jardín. Cosas tan simples como saltar, jugar al luche, chutear una pelota, cantar, bailar con otras y otros.
Un estudiante de educación superior que no asiste de modo regular a clases tendrá más probabilidades de ausentarse en el trabajo; del mismo modo, una o un estudiante que aprendió a ausentarse de clases, es muy probable que siga haciéndolo y que ello afecte su trayectoria educativa y de vida, pues aprender a ausentarse o dicho de otro modo: aprender a asistir, es un hábito que se adquiere desde pequeñ@s y que cuesta mucho superar una vez adquirido.
Entonces, ¿es esto un problema de cada familia?, no, no es solo un problema de ellas, es una tarea que requiere de un esfuerzo social. El ausentismo y la impuntualidad asociada, son temas relevantes cuando se está haciendo un esfuerzo por avanzar hacia un país justo y bueno, pues ello requiere compromiso y disciplina.
Nuestros niños y niñas aprenden de todas las personas adultas que les rodean, si su experiencia es que matricularse e ir al jardín, a la escuela, al liceo, al centro de formación superior o al trabajo es importante, pero no urgente, entonces no es de extrañar que hoy tengamos la situación que nos aflige.
Requerimos como sociedad hacer un compromiso al respecto, comprometernos a avanzar en comprender que somos modelos para niños y niñas, les invito a compartir con ellos y ellas sus propias vivencias en relación con “llegar” y la diferencia cuando se ausentan y no perseveran en seguir participando de espacios importantes en sus vidas y para su entorno y todo lo que han perdido cuando eso ocurre.
Buena parte de resolver lo que hoy nos aproblema como sociedad, depende de nuestro esfuerzo, contribuir a que las nuevas generaciones tengan una trayectoria educativa plena, que contribuya a que aprendan lo que requieren para sí mismos y poder ser parte de una sociedad que les requiere en pro de lograr un país justo y bueno para sus habitantes, es tarea donde todos y todas podemos aportar desde la posición en que nos encontremos.